Hollywood
de vez en cuando se encuentra con alguna historia que es demasiado
buena para ser verdad. El productor ejecutivo de ‘Ray Donovan’, Bryan
Zuriff, se ha declarado culpable de participar en una red de juego
ilegal y blanqueo de dinero relacionada con la mafia rusa. Podrían
caerle hasta cinco años de prisión. Una buena dosis de realidad que
prueba que los soluciona-chanchullos de Los Angeles pueden funcionar muy
bien en pantalla pero no siempre le pueden salvarle el culo a uno. Ver
para creer, sí.
Hollywood Reporter ha publicado
que la operación comenzó el 16 de abril de este mismo año, cuando
Zuriff fue arrestado junto a otras 33 personas en una redada simultánea
que tuvo lugar en Los Angeles, Nueva York, Filadelfia y Detroit. El
objetivo era acabar con las apuestas ilegales y el blanqueo por valor de
100 millones de dólares y entre los arrestados estaba Alimzhan
Tokhtakhounov, un gángster ruso acusado en 2002 de intentar amañar los
Juegos Olímpicos de Salt Lake City. Allí Ray Donovan tampoco llegó a
tiempo.
Pero
lo más curioso es que, desde que Zuriff es perseguido por la justicia,
salen informaciones muy jugosas sobre su perfil. Se le retrata como un
canta-mañanas que vivía de llamarse productor cuando todavía no tenía ni
oficio ni beneficio. Era el típico hombre que siempre tenía tiempo para
jugar al golf y que organizaba partidas de cartas en su casa de
apuestas elevadas con invitados VIP como el director de ‘Resacón en Las
Vegas’, Todd Phillips, el de ‘El Diario de Noah’, Nick Cassavettes, y
Tobey Maguire. Y las organizaba, además, en su casa para invitados,
donde vivía el personaje de Katherine Heigl en ‘Un lío embarazoso’, y
que resulta que está llena de pantallas donde se retransmitían apuestas
todo el día. Como ‘El Gran Golpe’ pero en el siglo XXI.
Por
esta razón pocos se llevaron las manos a la cabeza cuando le
detuvieron. La mala suerte es que esta operación haya tenido lugar
cuando a Zuriff le iban bien los asuntos profesionales: no solamente
‘Ray Donovan’ está teniendo éxito en Showtime, hasta le han renovado la
serie para una segunda temporada (otra cosa es que me parezca un
despropósito de narices, que también). Su etiqueta de productor por fin
tenía sentido.
Claro que quizá su mayor error fue llamar a Ray en vez de Olivia Pope.
Si esa mujer fue capaz de violar la democracia americana y salir
indemne, le habría tapado este trapicheo sólo de chascar los dedos. A
tapar partidas de póker ilegales, Olivia lo llama un martes por la
mañana.
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